Historia psico III: “DEL ALMA A LA MENTE”

(o Historia de una catarsis1)



Fig. 1: “L'Amour et Psyché”, Antonio Cánova, 1797. [O la psicología científica en su crisálida] 

Descartes se nutrió de la filosofía y la metafísica -al igual que Platón, Aristóteles y todos los demás grandes filósofos, o sea, todos- para intuir a priori que podría haber un componente biológico que hiciera de puente entre la sustancia del alma y la del cuerpo (que las conectaba con la glándula pineal), dejando tras de sí la puerta entreabierta al conocimiento empírico. Efectivamente, sin saberlo, había esbozado, en el s.XVII, lo que acabaría siendo objeto de estudio de la ciencia fisiológica a comienzos del XIX, salvo por el hecho de que lo hizo desde su enfoque filosófico. Kant no iría mal encaminado tampoco cuando, en la primera edición de su “Crítica a la razón pura” en 1871, se situó a caballo, -dentro de la filosofía-, entre el racionalismo (s. XVII-s.XVIII) y el empirismo (s.XIX), con su intención de promover el uso de la episteme como medio para llegar al conocimiento empírico, partiendo de la premisa de que «Todo lo que sucede posee una causa» y superando, así, la metafísica dogmática del racionalismo. Casualidades o no, Darwin publicó la sexta edición de “El origen de las especies” en 1872 y, justamente seis años después de que saliera a la luz “Principios de Psicología fisiológica” (1873), Wundt -en 1879- fundó su laboratorio en Leibniz. 

Wundt (1832-1920), desde su teoría asociacionista, analizaba los compuestos y los complejos conscientes a partir de los “elementos”. Estos elementos, las sensaciones y los sentimientos o afectos, eran el objeto de estudio en sus experimentos. Su teoría se basaba en que estas expresiones sensoriales debían ser analizadas por medio de la introspección (por autoobservación) de la experiencia inmediata, ya que estaban conectadas al “recuerdo sensorial” de situaciones traumáticas en condiciones sensoriales similares; de modo que había que analizar las ideas que estaban vinculadas a esa experiencia sensorial originaria del trauma que, por asociación, se relacionaban con el esquema sensorial sintómatico. Pero lo que es evidente es que distinguía pensamiento de sentimiento. Para él, las emociones eran elementos complejos de los sentimientos, siendo éstos consecuencia de la vinculación de las ideas y las sensaciones inmediatas. 

“(...) Ya Wundt (1902) asumía una distinción heredada entre teorías psicológicas que denominó teoría lógica y teoría de la asociación, cada una con su origen histórico y sus representantes más señalados. La teoria lógica estaría centrada en los procesos lógicos de juicio y razonamiento, mientras que la teoria de la asociación consideraría como prototípica de la actividad mental la asociación de ideas en la memoria. Para Wundt, que pretendía distinguirse de ambas por su propio énfasis en los procesos afectivos y volitivos, las dos teorías, además de estar sesgadas, representaban una antítesis dado que la primera (teoría lógica) intenta reducir la totalidad de los procesos psíquicos a procesos superiores, mientras que la segunda teoría (de la asociación) busca reducir la misma totalidad de procesos a formas más bajas y, según se supone, simples de actividad intelectual.(...)” (Wundt, 1902; citado en Gabucio, F., 1996, p.142).

Las pasiones que Platón y Descartes ubicaban en el alma quedan, así, trasladadas, en los albores del s.XIX, a los procesos inferiores de la mente consciente accesibles a la observación de la experiencia inmediata y susceptibles a modificación por medio de la introspección y el lenguaje. Desde esta perspectiva fisiológica -en tanto que estaba centrada en los procesos biológicos que suponían las sensaciones y los efectos neurológicos en la percepción (concepto que diferenció en términos de atención, a la apercepción)-, Wundt se desvivió por demostrar que esos traumas psicológicos eran adquiridos, al igual que Freud pero desde una óptica renovada -hecho que lo que lo distanciaría, finalmente, de éste, su amigo y maestro-. 

Paralelamente, un neurólogo alemán empezó a cobrar fama, también por una metodología innovadora: la introspección mediante hipnosis. Su nombre era Sigmund Freud (1856-1939) y era septagenario cuando conoció al padre de la Psicología experimental. Trabajaron juntos (pues ambos compartían el interés por la percepción y las sensaciones, y la curiosidad por lo oculto del subconsciente y de la introspección) pero no revueltos (ya que Wundt, lejos de los deseos de Freud por dejarle en herencia el legado de sus descubrimientos, no quiso ser apadrinado finalmente por él). 

La principal característica que precipitará a estos dos autores, -Freud y Wundt-, a tomar caminos diferentes es la naturaleza que para cada uno de ellos acabaron suponiendo los respectivos elementos básicos que fueran objeto de estudio y la forma en que ésta se manifestaba, desvelando dónde estaba realmente el nudo a deshacer. Mientras que para Wundt, el elemento básico eran las sensaciones observables, para Freud, lo eran las emociones -que se hallaban en lo más profundo del subconsciente y que eran resultado de la interacción entre el Yo, El Ello y el Super Yo, ubicados en diferentes niveles y dedicados a afectar desde diferentes ángulos-. Por esta razón, mientras que para Wundt era suficiente la observación directa de la experiencia inmediata de sus pacientes con mediciones cuantitativas y cualitativas, Freud necesitaría de la hipnosis para poder ahondar en las emociones que habían sido reprimidas por la cultura (el Ello) y que habían distorsionado las sensaciones o, mejor dicho, la percepción del sujeto, como forma de protección y de supervivencia. Su teoría del Yo, del Ello y del Super Yo, denotaba que el sujeto escondía en el subconsciente el resultado de la combinación de fuerzas represoras (provenientes de los juicios propios, de la influencia educativa de la familia y el entorno) sobre el instinto sexual, lo que acabaría siendo, como resultado, el verdadero motor del placer o del displacer, esto es, las pulsiones, haciendo una clara diferenciación entre la fuente, el empuje, el objeto y el fin2.

Efectivamente, la visión biologicista y positivista de la naturaleza de la mente humana de la que partieron ambos -Wundt intentando abarcar los procesos inferiores por medio de mediciones matemáticas, con su visión fisiológica de la conciencia, y Freud procurando demostrarlo todo con la líbido y los procesos neurológicos que habían sido siempre su sustento-, fue poco a poco siendo abandonada como fuente de inspiración para ambos, llegando a la conclusión de que los procesos mentales eran demasiado complejos como para reducirlos a lo biológico. Y así, volvieron a nutrirse de nuevo de la filosofía, madre de todas las ciencias, aunque tomando caminos diferentes; Wundt, oponiéndose a Herbart (como se ha dicho en párrafos anteriores) y estableciendo una división entre la conciencia (pensamiento) y sentimiento, y Freud renovando la visión de Hume y rechazando cualquier vinculación entre las emociones y el pensamiento: 

“La hipótesis de Freud conecta la tesis fisiológica cartesiana —’la emoción es la percepción de los cambios fisiológicos y movimientos corporales’— con la tesis de Hume sobre el papel decisivo que el placer desempeña en la formación del psiquismo, pero lo hace de una forma completamente nueva. Freud acepta — siguiendo a Hume— que la emoción no es un evento mental o ‘first impression’, sino una imprensión secundaria o ‘reflective impression’. La diferencia entre Freud y Hume consiste en lo siguiente: según el padre del psicoanálisis esta impresión secundaria no deriva de ninguna impresión original —ni directamente ni siquiera mediante la interposición de una idea— pues ‘la causa de la emoción no tiene nada que ver ni con la conciencia ni con el cogito’.” (Freud, 1915; en Malo, A., 2007)3. 

Para los psicólogos reticentes de la época, que partían de una concepción determinista y catastrofista de las neurosis (había quienes no creían en la sanación), acudir a aquel subconsciente para arrojar en el consciente los traumas olvidados era parecido a abrir la caja de Pandora, además de una especie de “brujería”, que pondría en peligro la validez científica de sus trabajos en aquel momento crítico de expansión -razón por la cual, Wundt y Freud fueron diana de burlas por parte de sus colegas-. Definitivamente, la única manera de difundir el psicoanálisis y de dotarlo de credibilidad era por medio de la demostración empírica que suponía el trabajo exhaustivo, sistemático y pormenorizado del método científico que pudiera acallar a aquellas voces burlonas que los desacreditaban desde la ignoracia. Y ésta fue la clave para que la comunidad aceptase, finalmente, aquellas teorías remozadas -y, a mi parecer, complementarias- de ambos.

Así, del alma -aquella sustancia bautizada por los griegos como anima- a la mente, tuvieron lugar un sinfín de rebeldías, ya no solo por lo conceptual, sino también por lo metodológico, que tuvieron que abrirse paso en una sociedad científica enclaustrada en lo biológico que -gracias a los infortunios que supuso la carencia de plazas de cátedra en fisiología-, no tuvo más opción que hermanarse con la filosofía (psicología encubierta) para que naciera esta nueva Ciencia que se bautizó con el sobrenombre de Psicología Fisiológica (en honor a Wundt). Kant, en su “Crítica a la razón Pura”, probablemente, motivado por la injusticia que le suponía que las matemáticas y la física fueran consideradas Ciencias y por la discriminación que se hacía de la filosofía -como una disciplina de segunda categoría- se manifestó contra el conocimiento a priori propio de la metafísica, desde ella misma. Y a partir de ese hito, se fraguaron las condiciones adecuadas que precipitarían muy lenta y progresivamente, a los inicios de la verdadera revolución en Psicología en el s.XIX -hasta entonces más tildada como metafísica- y, por tanto, a su disconformidad con la interpretación intelectualista4 de la psicología. 

Así pues, la esencia espiritual de las pasiones platónicas tan influyentes en Descartes, fue siendo acogida por una perspectiva cada vez más antropocéntrica en cuanto al poder de control, abandonando el misticismo y las ideas teológicas propias del medievo, que predeterminaban al Hombre a un estado de sometimiento a Dios y a lo Divino; y, después, a lo biológico, con los instintos, que daban un sentido innatista y azaroso a todo lo que acontecía en lo anímico. Wundt y Freud, sin olvidar a Charcot y a tantos otros apasionados por la Psicología experimental, hicieron de Psique y Cupido (fig.1) el verdadero objeto de estudio. Y de sus propias pasiones encarnadas, el único camino a la certeza de que en ocasiones, los disfraces se funden en la piel o, incluso, a la de que en la oscuridad hay tanta o más luz que en lo aparente. 


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(1) Del griego κάθαρσις kátharsis, purificación. Término que fue utilizado por J. Breuer y S. Freud con el término “método catártico”, refiriéndose al desbloqueo ocurrido por el recuerdo de las emociones reprimidas.
(2) En “Pulsiones y sus destinos” (Freud, 1914)
(3) Malo, A., (2007) “Teorías sobre las emociones”, en F. Labastida. Mercado, J. A. (editores), Philosophica: Enciclopedia filosófica online. Disponible en web
(4) Sobre todo por el enfoque filosófico de Johann Friedrich Herbart (1776-1841), quien subordinaba los sentimientos a las ideas y no tenía en cuenta el pensamiento (J.M.Gondra, 2011, p. 215). Aunque podría abarcar a todas las teorías sobre la Psicología contempladas con el enfoque filosófico. 



BIBLIOGRAFÍA REVISADA 

  • Sáiz,M.(2008) Història de la psicologia. Barcelona: FUOC.
  • Tortosa (1998). “El modelo dominante: la psicología cientifica de W.Wundt (1832-1920)”, en “Una Historia de la Psicología moderna”, de F. Tortosa (pp. 98-108). 
  • Hergenhahn (2001). “Capítulo 1:Introducción”, en “Introducción a la Historia de la Psicología”.
  • Danziger, K. (1990). “Constructing The Subject. Historical origins of psychological research”. Cambridge: Cambridge University Press. 
  • Wundt, W. (1902). “Emociones”, en Compendio de psicología (pp. 235-237). Madrid: La España. 
  • Freud, S. (2009). “Teoría sexual”. En Introducción al psicoanálisis (pp. 500-502). Madrid: Alianza. 
  • Balbuena R., F. (2002). “El análisis de E.G.Boring con H. Sachs y su influencia en el posicionamiento de aquél frente al psicoanálisis”, en Revista de Historia de la Psicología, 2002, Vol. 23, no 3-4, pp. 395-400. Universidad de Huelva. Disponible en <http://xurl.es/o3b23>, revisado el 24/04/14, a las 10:30 hrs. 
  • Gondra, J.M. “Contradicciones e inconsistencias en los padres fundadores de la psicología”. Revista Mexicana de Investigación en Psicología. Vol 3, No2, 2011. Disponible en <http:// www.medigraphic.com/pdfs/revmexinvpsi/mip-2011/mip112k.pdf>, revisado el 21/04/14, a las 12:40 hrs. 
  • Fernando Gabucio. “Procesos superiores y mecanismos inferiores, procesos inferiores y mecanismos superiores: ¿dónde está el equilibrio?” (p.142). Universidad de Barcelona.
  • Malo, A., (2007) “Teorías sobre las emociones”, en F. Labastida. Mercado, J. A. (editores), Philosophica: Enciclopedia filosófica on line. Disponible en <http://www.philosophica.info/ voces/emociones/Emociones.html
    , revisado el 21/04/14, a las 12:45 hrs

FUENTES AUDIOVISUALES: 



Blanca De Uña Martín
Psicología UOC


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