Medalla de oro al sexismo

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Los fenómenos de EXCLUSIÓN a la mujer siguen manifiestos en la prensa deportiva, como si solo los hombres pudieran tener el mérito cuando ganan medallas, concretamente analizaremos algunos titulares que han denigrado de manera deliberada a la mujer en estos pasados JJOO de Río de Janeiro. Como es el caso de titulares como los publicados por Marca, ese diario deportivo tan leído en España –sobre todo por hombres-, y que retratan a las mujeres como cuerpos femeninos que están acordes o no a los cánones de belleza y/o de cultura, dando información irrelevante. 

Así, en Las Olimpiadas del machismo en 10 titulares #Rio2016, en el artículo cuyo titular “Mide 170 centímetros y pesa 98 kilos. Una portera sin complejos” (Fig.1), con emojis de hamburguesa y patatas fritas incluidos, se refieren a la portera de balonmano Teresa Almeida como una persona gorda; ignorando sus logros deportivos, como lo es el mero hecho de estar en los Juegos Olímpicos, que, digo yo, algo bien habrá hecho esta mujer para merecerse defender la portería en Río de Janeiro. O en el caso de "Una mamá a contracorriente" (Fig.2), refiriéndose Maialen Chorraut que posa en la foto con su hija, pudiendo haber escogido cualquier otra foto en donde pudiera verse todo su poder en el deporte. Sea por el peso o por la maternidad, estas deportistas además de mujeres, son eso, deportistas.



Fig. 1: Teresa Almeida

Fig.2: Maialen Chorraut
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A ambas, con estos discursos, se las excluye del honor de pertenecer a la élite deportiva como sí lo pueden hacer los hombres por no encajar en el estereotipo de mujeres sumisas que se esperaría por su condición sexual. Son obligadas a pasar la criba de los cánones y a quedarse enquilosadas en este escalón en el que tradicionalmente se las ha puesto, como objetos. Relegando a la mujer a estos términos, se está haciendo llegar la idea al lector que no juegan en la misma liga que ellos, empleando un discurso de poder que las deslegitima como deportistas, excluyéndolas con su discurso de ese mundo que –ilusos “periodistas”- ya han conquistado.

Estos procesos de exclusión son un ejemplo más de cómo los mecanismos de poder han sido históricamente construidos, en base a las categorías de disciplina y poder, fundamentados por la legitimidad que aporta el saber, constituyen una forma de control. Desde la perspectiva foucaltiana, el poder es considerado como “la capacidad que tiene un determinado sujeto de imponer su verdad, como la verdad para el otro. El poder crea la verdad, lo que existe es la verdad que el poder puede repetir hasta que un sujeto lo cree como su verdad. Tiene el poder de imponerla y sofocar otras verdades posibles. Utiliza todo lo que pueda encontrar para penetrar en la conciencia de los sujetos y sujetarlos” (Liliana Vásquez, 2013)[1]. Dicho lo cual, podríamos decir que estos titulares -puestos aquí en tela de juicio-, pretenden ejercer el control y manipular la concepción de la mujer, inoculando unos rasgos que imposibilitan considerarlas merecedoras del reconocimiento deportivo, supurando un discurso misógino que pretende ser instaurado en sociedad y reproducido por las masas. Son una suerte de “titulares-mordaza” contra la mujer a la que se quiere hacer callar por querer pertenecer a un mundo tradicionalmente gobernado por el rol del patriarcado. Si no, que se lo digan a Lydia Valentín (Fig.3), “la olímpica de bronce” de quien destacan su “exuberante belleza”.


Fig. 3: Una descripción machista de Lydia Valentín,
según Jaleos El Español.

“Las mujeres no tienen el mérito de casi nada, y que en todo caso, habrá algún hombre detrás que explica sus éxitos”




El cuerpo y la sexualidad de las mujeres han sido siempre objetos de control, posesión y domesticación. Sin ir más lejos, la mujer era concebida como un ser destinado al cuidado del hogar, a parir, a hacer la comida, etc. Relegada a la servidumbre a su marido, a un segundo plano, asumía de buen grado ser maltratada y ninguneada, porque sí, porque el poder lo tenía el hombre y por contrapartida, la mujer no, por el hecho de ser mujer. Y esto era así, culturalmente, en todas las esferas de la vida, la mujer era retratada como un objeto que estaba al servicio del hombre pero que por ello debía especializarse en un saber distinto, si quería congratularlo y que él se sintiera orgulloso de ella. El hombre debía tener unos saberes distintos más vinculados a la fuerza, al poder. De él dependía el sustento económico de las familias, si bien las mujeres se encargaban del hogar. Por lo tanto, siempre ha habido esa unión entre saber, poder y sexualidad (Emmerick, R., 2007)[2]. La mujer, sumisa y dependiente, la insuficiente, la del sexo débil, en segundo plano; en contrapartida al del hombre, representante de la fuerza de la virilidad, la unidad completa y autosuficiente. O, en palabras de Beauvoir (2000), “él es el Sujeto, es el Absoluto: ella es la Alteridad”.


En base a estas premisas, se articula –en términos de poder-saber- el discurso machista analizado en los titulares y que formaría parte de una de las técnicas de poder a analizar: La BIOPOLÍTICA, que se serviría de este discurso machista para normalizar los procesos de exclusión e inclusión, en este caso, sabemos que Foucault considera la sociedad como un “archipiélago de poderes diferentes” (Michel Foucault, 1999; citado en Abad, G., 2005)[3], como bien se ha hecho a lo largo de las décadas, penetrando en la médula de la sociedad desde sus inicios para justificar la supremacía del hombre frente a la mujer. De modo que la biopolítica es una técnica de control social, dirigida a la población. Los medios de comunicación tienen bastante culpa de la difusión directa o indirecta y de la inoculación y la normalización de los discursos machistas, incluso desde edades tempranas, ya sea por medio de la publicidad (Fig.4) o de la prensa (ya se sabe que detrás de cada línea editorial hay unos intereses políticos determinados que la compensan y la sustentan económicamente, como pasaré a comentar más adelante), y la retransmisión de los JJOO no iba a ser menos: ha sido un escaparate que exhibe los roles de hombre y mujer que ha considerado oportunos.

Fig. 4: Publicidad machista de los años 50-60

La segunda técnica de poder a comentar, la ANATOMOPOLÍTICA, que puede verse reflejada en Baxter (08/08/2016 - 07:05h). “Criticaron a Alexa Moreno en redes, pero ella demostró que existe otro México”, en tanto en cuanto la gimnasta es foco de atención por salirse del canon de gimnasta delgada, y es vigilada y castigada por ello. Si bien es, por algunos, considerada como la representante plausible de un país que no siempre acaba yendo a los Juegos Olímpicos, a Alexa (Fig.5) se le intenta disciplinar criticando su cuerpo y a ella individualmente, dejando constancia que no merece la posición de poder que ha alcanzado porque no es acorde a la norma que acontece en la institución deportiva de la gimnasia artística, desacreditándola y excluyéndola también.

Podemos observar el biopoder de Foucault en este contexto, ejercido por las opiniones negativas provenientes tanto de los medios con sus titulares machistas como por los lectores del diario, un poder que se manifiesta en una libertad de expresión que vulnera los límites morales, y está constituida con la misión de reprimir la forma de expresión (en este caso, expresión artística) del cuerpo (el de Alexa), por medio de esa disciplinarización casera disfrazada de bullying burdo por no encajar en el perfil de gimnasta anoréxica[4]. Y, de nuevo, un intento más de opresión al sexo débil manifestada en discursos de poder-saber, un poder autolegitimado con sus propios discursos de verdad, si lo vemos desde la óptica foucaultiana. Siguiendo a Naomi Wolf, Alexa es una desobediente y es castigada por ello: "(…) Una cultura obsesionada con la delgadez femenina no está obsesionada con la belleza de las mujeres, está obsesionada con la obediencia de éstas (…)" (Naomi Wolf, 1962)[5].

Fig. 5: Una instantánea de Alexa Moreno en los JJOO de Río. Fuente: Emmanuel Dunand/Getty Images


Butler, con su teoría de PERFORMATIVIDAD (Butler, 1998), incide sobre la necesidad la resignificación de los roles impuestos por criterios de normalidad e insiste en el desarrollo de los nuevos significados por medio de acciones coherentes con ellos mediante la acción constituyente. La realidad social puede cambiarse en tanto en cuanto uno se adueña de su propio proceso de atribución de significación, independientemente de las atribuciones tradicionales y estáticas relacionadas con el cuerpo sexuado. Efectivamente y, en palabras de Simone De Beauvoir, “la mujer no nace, se hace” (1949)[6]; así que de igual forma que, desde los medios de comunicación (que, a su vez, son el reflejo de los intereses ocultos del poder político de turno al que son vendidos)- se intenta instaurar una identidad decadente al rol femenino en los juegos olímpicos, la mujer puede empoderarse resistiendo a esta fuerza opresora por medio de los actos constitutivos de la perspectiva fenomenológica butleriana. 

Para poder ilustrar este apartado, propongo centrar la atención en la sección de deportes de muchos telediarios, monopolizada por el fútbol y por el fútbol masculino, más concretamente. Aunque las chicas también juegan y compiten, éstas son silenciadas y sus partidos no se retransmiten como sí lo hacen los partidos de fútbol masculino. Es la espiral del silencio, de Noelle Neumann (1977) (Fig. 6), en relación a la falta de imparcialidad de los medios a la hora de retransmitir las noticias. Con la espiral del silencio, los medios establecen una verdad con la que la mayoría social acaba estando de acuerdo, de manera que los grupos minoritarios que estarían vinculados al mundo deportivo femenino son silenciados –aislados de la norma y excluidos-, y los grupos mayoritarios correspondientes al mundo deportivo masculino (como en el caso del fútbol en nuestro país y casi a nivel mundial) se ven apoyados y amplificados por el sistema. Todo ello conlleva al extremismo, los silenciados no salen a la luz por miedo a ser excluidos y los que sí tienen voz cada vez acarrean más adeptos que la amplifican.


Fig.6 : Espiral del silencio (Noelle Neumann, 1977)


¿Nadie ha pensado que, si se le diera más visibilidad al fútbol femenino, podríamos estar reconociendo a la mujer deportista y podríamos considerarla igual de válida que al hombre? Algo parecido sucede con los titulares recopilados en Barbijaputa (11/08/2016 - 20:09h) “Cómo seguir ninguneando a los atletas aunque consigan el oro”. En este artículo, se implanta una visión bastante machista de la realidad de Río de Janeiro, justificándola –autolegitimándose, así- con instantáneas completamente descontextualizadas.

Y es que hay una tendencia a silenciar las conquistas de las deportistas olímpicas, sublevándolas a una figura masculina en la que se reencarna todo el mérito del logro, llevándolas a ellas a la mínima expresión, cosificándolas e inutilizándolas. En definitiva, con lo que dicen y lo que callan, (los medios) atribuyen una división de roles bien diferenciada en términos de género binario mujer-hombre, aportan un significado de mujer subyugado al del significado de hombre, por medio de la performatividad de Butler y por ello, “el género es un proceso relacional dinámico y creativo que se realiza constantemente” (Butler, 1990)[7]. Así como ellas se están dotando de significado con cada logro, a pesar de que la prensa las silencie, haciendo resistencia en el tiempo; así como la sociedad es consciente, cada vez más, de ese silencio y se manifiesta, gracias a las nuevas tecnologías, que ponen en mano del cibernauta, en interacción con la comunidad, (Rheingold, 1993)[8] el verdadero poder foucaltiano de la palabra, a golpe de teclado. 




Bibliografía utilizada

Abad, G. (2005). El monstruo es el otro: la narrativa social del miedo en Quito. Ecuador: Universidad Andina Simón Bolívar.   

Barbijaputa [Eldiario.es ](11 de agosto de 2016). Cómo seguir ninguneando a las atletas aunque consigan el oroRecuperado el 24 de noviembre de 2016, de: http://www.eldiario.es/zonacritica/Juegos_Olimpicos- Mireia_Belmonte-barbijaputa_6_547055303.html

Baxter [Buzzfeed] (8 de agosto de 2016). Criticaron a Alexa Moreno en redes, pero ella demostró que existe otro México. Recuperado el 22 de noviembre de 2016, de: https://www.buzzfeed.com/javieraceves/go-alexa?%20utm_term=.rbP4eQpr&utm_term=.wsGDJ959L#.mmogbxaxV

El Huffington Post [Facebook]. (22 de agosto de 2016). Los momentos más machistas de Río 2016. [Video] Recuperado el 22 de noviembre de 2016, de: https://www.facebook.com/ElHuffingtonPost/videos/1218727248192730/

Butler, J. (1990). El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad. Madrid: Paidós Ibérica ediciones.

Butler, J. (1998). Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista. Debate feminista 9.18: 296-314. Madrid.

De Beauvoir, S. (2005). El segundo sexo (Le deuxième sexe). Madrid: Cátedra. 

Emmerick, R. (2007). Do biopoder ao controle do corpo femenino, en Corpo e poder: um olhar sobre a o aborto à luz dos direitos humanos e da democracia. Universidade Católica de Rio de Janeiro. Recuperado el 24 de noviembre de 2016 de:  http://www.maxwell.vrac.puc-rio.br/10063/10063_4.PDF

Fernandez González, I. (2014). Anatomopolítica y cuerpos sexuados: aproximación a la hermenéutica feminista de la segunda mitad del s.XX. Recuperado de: http://www.fes-sociologia.com/files/congress/12/papers/3913.pdf

Gil-Juárez, A. (2016). Género y sexualidad. Gamergate. Una polémica en el mundo de los videojuegos que muestra las desigualdades de género en el resto del mundo. Barcelona: FUOC.

Infante, L. [Locas del coño] (2016). Las Olimpiadas del machismo en 10 titulares #Río2016. Recuperado el 24 de noviembre de 2016, de:  http://www.locasdelcoño.com/2016/08/lidia-infante-titulares-machistas-rio-2016/

Nicolas Lazo, G. (2013). "Feminismos, concepto sexo-género y derecho", en Ana Sánchez Urrutia y Núria Pumar Beltrán (coords.) Análisis feminista del derecho. Teorías, igualdad, interculturalidad y violencia de género. Publicaciones y Ediciones de la Universidad de Barcelona. (p.15-34) 

Parrini, R. y Amuchástegui, A. (2009). Sujeto, sexualidad y biopoder: la defensa de los militares viviendo con VIH y los derechos sexuales en México Estudios Sociológicos, vol. XXVII, núm. 81, septiembre-diciembre, 2009, pp. 861-884 El Colegio de México, A.C. Distrito Federal, México. Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/598/59820678004.pdf

Tirado, F. (2009). Contrato, soberanía y poder. Una aproximación al pensamiento político. Barcelona: FUOC.

Vásquez Rocca, L. (2013). La noción de biopoder en Foucault y su relación con las antropotécnicas en la obra del último Sloterdijk. En revista filosofía EIKASIA. Diciembre de 2013. Recuperado el 25 de noviembre de 2016, de: http://www.revistadefilosofia.org/53-04.pdf








[1] Vásquez Rocca, L. (2013). La noción de biopoder en Foucault y su relación con las antropotécnicas en la obra del último Sloterdijk. En revista filosofía EIKASIA. Diciembre de 2013. Recuperado el 25 de noviembre de 2016, de: http://www.revistadefilosofia.org/53-04.pdf

[2] Emmerick, R. (2007). Do biopoder ao controle do corpo femenino, en Corpo e poder: um olhar sobre a o aborto à luz dos direitos humanos e da democracia. Universidade Católica de Rio de Janeiro. Recuperado el 24 de noviembre de 2016 de: http://www.maxwell.vrac.puc-rio.br/10063/10063_4.PDF

[3] Abad, G. (2005). El monstruo es el otro: la narrativa social del miedo en Quito. Ecuador: Universidad Andina Simón Bolívar.

[4] Se acepta la idea de que pueda haber gimnastas en infrapeso y que, incluso, puedan estar sufriendo una anorexia y se ven con malos ojos a aquellas con normopeso o con una complexión fuerte, como es el caso de Alexa Moreno.

[5] Extraído de The Beuty Myth, publicada en 1962.

[6] Frase extraída de su tesis de corte marxista El segundo Sexo, publicada en 1949.

[7] Butler, J. (1990). El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad. Paidós Ibérica ediciones.

[8] Rheingold, H. (1993). The Virtual Community: Homesteading on the Electronic Frontier. MIT Press.

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